Defendiendo a las arpías

jueves, 22 de marzo de 2007


¡Estoy cansada de que digan que las arpías somos malas! Nadie ha criticado jamás a Iris, nuestra hermana y arpía como nosotras. Todos tienen siempre la misma definición que nos han dado los romanos, la misma que sale en RAE: "Ave fabulosa, con rostro de mujer y cuerpo de ave de rapiña.|Persona codiciosa que con arte o maña saca cuanto puede". ¡Que mala opinión hay de nosotras!

¿Acaso saben realmente nuestro origen? ¿alguien se ha preocupado de saber porque somos tan malas? Bueno, he aquí nuestra historia:

Aunque en nuestros días esta palabra (arpía) les traiga la imagen de unos odiosos seres femeninos, de unas pseudomujeres de características monstruosas y de malvadas intenciones, las arpías fuimos, al menos en nuestro origen, unas bondadosas y arriesgadas divinidades aladas que se aventuraban en el interior, en lo más recóndito de los infiernos para, al vuelo, arrancar al dios de la tinieblas sus presas y rescatarlas, devolviéndolas a su mundo perdido. La palabra que nos designa significa "arrebatadoras" y esa definición aclara bien nuestro cometido original de ladronas de almas en sufrimiento. Pero al ser adscritas a los elementos en acción, como imagen divinizada de los vientos huracanados, nuestro papel se transformó en el de un peligro, en el de una fuerza brutal de la naturaleza; así pasamos a ser unas criaturas pálidas como el frío de su viento; con unos pavorosos rasgos, tan terribles como nuestra fuerza destructora; unos seres temidos por ser tan voraces como la tormenta que todo lo arranca, o en personajes que cambiaron de bando y terminaron por ser las portadoras de víctimas inocentes para los moradores de los infiernos, como cuando se cuenta que nosotras fuimos quienes llevaron a las infelices hijas de Pandáreo a los infiernos.

Pero toda esta maldad pretendida se desvanece si consideramos que fue Zeus quien dio la orden de que se castigara a las tres hijas de Pandáreo, para expiar las culpas heredadas.

Definitivamente, fue largo y poco afortunado el camino que seguimos, desde el transporte de almas desgraciadas al de seres malvados, pasando por la personificación de los vientos de la tempestad. Pero, aunque tuvimos tan mala fama, fue por nosotras que el hombre consiguió a los caballos, con lo cual nos aceptaron dentro de sus divinidades (hombres interesados, sólo quieren regalos). También se nos consideraba mujeres de largas cabelleras y hermosas proporciones, con la sagrada misión de llevar los criminales condenados hasta su reclusión en el infierno. Pero, sobre todo, si ahora comentamos nuestra ajetreada existencia dentro de la mitología, es porque -ante todo- las Arpías jamás fuimos otra cosa que cumplidas mensajeras de los designios divinos.

Pero ustedes, siguen condenando al mensajero por traerles malas noticias.

En la época actual, se nos confunde con mujeres aviesas y malintencionadas que intentan sacar provecho de todo a costa de lo que sea, sin escrúpulos, fatuas, manipuladoras para conseguir sus fines, trepadoras, que no dudan en utilizar sus armas femeninas en sus propios intereses. Lo único en comun que tenemos con esta clase de mujeres es lo regias y estupendas que somos (para que negarlo). Si utilizamos nuestras "armas femeninas" ¿de qué se quejan? más tontos ustedes que se dejan.

No aceptaré más reclamos acerca de nosotras.

Hermes on line

martes, 13 de marzo de 2007

Dado que el objetivo inicial de este blog se ha llevado a uno privado y que me daba pena ver a éste tan solito he decidido borrar las entradas y dedicarme a contar historias de un tema que me encanta: mitología.

En fin, espero pasarme por aquí a menudo a medida que me acuerde de historias.

Saludos

Aelo